Se confirma el peor de los pronósticos. El Gobierno vasco aportará 55 millones de euros para la construcción del nuevo estadio de San Mamés. Por lo visto, nada importa, que la grave crisis que estamos padeciendo, esté provocando estragos en miles de familias. Tampoco importan; la enorme carencia de vivienda protegida; de guarderías infantiles públicas; de residencias para ancianos, también públicas; de personal sanitario en los centros hospitalarios de la sanidad pública vasca; de recursos en los centros de enseñanza pública, etc. Lo verdaderamente importante para los cantamañanas disfrazados de políticos que ocupan el poder y que se atribuyen el derecho de utilizar el dinero público según les venga en gana, es que el Athletic Club de Bilbao, que es una empresa privada, tenga un nuevo campo de fútbol.
No me cabe la menor duda, de que esta inversión reportará beneficios en un futuro que puede ser incluso hasta cercano, lo que está por ver es quien o quienes serán los destinatarios de esos beneficios. No olvidemos, que toda obra pública y esta tiene mucho de eso, suelta siempre un tufillo a reparto de comisiones, que tira para atrás. El tiempo pondrá las cosas en su sitio, por lo menos eso espero.
¿Y cuál será la opinión de la calle ante tan flagrante hecho? Pues para una gran mayoría, la formada por aquellos que piensan con el culo y que venderían a su madre por su amado equipo de fútbol, un motivo de enorme alegría. Para otros muchos, los que les da todo igual, otro motivo para no hacer nada. Y para quienes están comprometidos con alcanzar la verdadera democracia, la misma que establecería prioridades sociales en la utilización del dinero público, y que son los menos, otro motivo más de desesperación, ante tanto abuso de poder.
Desde que Franco decidió hacer del fútbol una cuestión de Estado, las empresas privadas que administran este negocio-espectáculo, han recibido miles de millones de euros de dinero público en concepto de ayudas al despilfarro y a la mala gestión de sus directivos, a lo que hay que añadir un escandaloso trato de favor por parte de la Hacienda pública, en lo referente al pago de impuestos.
Volviendo al tema que nos ocupa; utilizar 55 millones de euros para comprarle con dinero público un juguete nuevo a un equipo de fútbol que no juega ni a canicas y que solo hay que ver su trayectoria en los últimos años, para darse cuenta de que está condenado a descender de categoría en cualquier momento, es una intolerable dilapidación de dinero público; otra más. ¡Grandioso!
CHE-CHU